PRINCIPALES RESULTADOS
1. Respecto a los ingresos que se destinan al pago del alquiler, el 63,4 % destina más del 40% de sus ingresos al pago del alquiler.
2. Estas realidades económicas y la inestabilidad habitacional llevan a la población inquilina a padecer consecuencias psicológicas y emocionales, es por esto que el 82,2% de los hogares inquilinos reconoce el impacto emocional que genera alquilar.
3. La pandemia y el ASPO repercutieron en la población inquilina, aumentando su vulnerabilidad, casi el 58% de los hogares tuvieron que sacrificar alimentos para pagar el alquiler.
4. El 63,2% de los hogares inquilinos se endeudó durante la pandemia. La forma de endeudamiento no es una sola, el 33,6% de la población inquilina se endeudó con préstamos personales para poder pagar el alquiler, el 31% no pudo pagar todos los servicios públicos, el 27,8% no pudo pagar la totalidad del alquiler y el 13% adeuda expensas.
5. El 61% reconoce haber sacrificado necesidades básicas por la situación económica del hogar, otro 20,6% responde que “tal vez” sacrificó alguna necesidad básica, es decir que casi el 80 % de los hogares inquilinos tuvo dificultades para satisfacer sus necesidades básicas.
6. A pesar de ser una población vulnerable, que no tiene ingresos suficientes para la satisfacción de necesidades básicas, la población inquilina no es destinataria de ninguna política pública que garantice ni siquiera su alimentación, el 81% de los hogares no recibe ningún apoyo económico del Estado.