Intervención de Glenda Gómez, ante la Comisión de la Cámara de Diputados en defensa de la ley de alquileres

El 26 de abril se presentó Glenda ante la comisión del Congreso, presidente y fundadora de la Asociación Civil inquilinos argentinos por un techo digno de la provincia de Buenos Aires, integrante de la Mesa de políticas del suelo del Ministerio de Hábitat de la Nación, integrante de la Comunidad Federal Inquilina y No Propietaria.

Buenas tardes a todos los presentes, a los legisladores. Antes que nada, queremos agradecer que nos hayan convocado y se escuche la palabra de las familias inquilinas. Soy Glenda Gómez presidente y fundadora de la Asociación Civil inquilinos argentinos por un techo digno de la provincia de Buenos Aires, integrante de la Mesa de políticas del suelo del Ministerio de Hábitat de la Nación, integrante de la Comunidad Federal Inquilina y No Propietaria. Nos dirigimos especialmente a los legisladores presentes y pedimos que tomen atención. Las familias inquilinas venimos a defender el derecho humano a una vivienda digna y a vivir dignamente. Todos estamos al tanto que la vivienda es un derecho humano, pero vemos con gran preocupación como a lo largo de los años se han olvidado de los trabajadores y entregaron este derecho al lucro de pocos. Es preocupante cómo el Estado se desligó de los inquilinos y ha convertido a la población inquilina en esclavos del sector inmobiliario. Es preocupante ver cómo se pueden poner de acuerdo tanto el oficialismo como la oposición en entablar, esto que es bajar una ley de inquilinos. Bajar una ley que nos defiende a todos los inquilinos, es preocupante ver cómo que se pueden poner tanto de acuerdo y hablan de justicia social.

Los trabajadores venimos a defender nuestro derecho, los trabajadores somos los que hoy llevamos adelante el país. Somos trabajadores. Los inquilinos somos trabajadores de la Nación Argentina y venimos a defender el derecho a la vivienda digna. A los legisladores les preguntamos cómo consideran que bajar la cantidad a dos años en un contrato nuevamente puede ser productivo para una familia, siendo que ya el hecho de firmar un contrato es un préstamo que solicitamos y una deuda adquirida a largo plazo. No se olviden que nosotros pagamos el alquiler y aparte de eso tenemos que pagar los préstamos que sacamos para renovar contratos, ¿qué sueldo puede soportar eso?

¿Qué pasó con los artículos de la ley que mencionan el alquiler social? ¿Qué pasó con los centros de resolución de conflictos gratuitos para los inquilinos? La ley no se toca, la ley es en defensa de nuestros derechos. Tenemos que ponerle un tope a las renovaciones y un techo a los alquileres. Y tener como precio de referencia, el salario mínimo vital y móvil.

 

Señores, la vivienda no es un comercio, no sigan tratando el tal tema como si hablaran de una competencia de negocios. También solicitamos la presencia de todas las centrales obreras en esta mesa de debate, quienes no deben quedar afuera porque lo que afecta a las familias inquilinas es la devaluación salarial, la fuerte inflación, la falta de políticas públicas y la indiferencia del Estado al sector que es el motor de un país: los trabajadores. Porque somos las familias las que salimos a buscar todos los días el dinero por el cual mantienen los ahorros en ladrillos los grandes negocios inmobiliarios. Somos los trabajadores y las trabajadoras quienes reclamamos que no queremos más esta esclavitud de entregar el 80% de nuestros salarios para vivir bajo un techo que muchas veces, no es habitable. A nuestros hijos es a quienes tenemos que negar un par de zapatillas, porque primero está el pago del alquiler. Es a nuestros hijos a los que no les podemos dar mejor educación porque no llegamos nunca con el dinero y primero está el pago del alquiler. Porque por pagar un alquiler no podemos juntar para irnos quince días de vacaciones, que si mal no recuerdo es un derecho del trabajador. Porque por pagar un alquiler no podemos pagar una heladera que se nos rompe, una cocina, un artefacto eléctrico de primera necesidad ni una computadora para que nuestros hijos sigan estudiando.

Porque por pagar un alquiler suprimimos alimentación, porque la tarjeta está suspendida y porque nos embargan. Somos los inquilinos quienes nos endeudamos por años y sabemos bien que no nos dejan forjar un futuro para nuestros hijos y nietos. Son nuestras mujeres trabajadoras, quienes a cargo de un hogar y por tener un recibo de sueldo no pueden acceder a un patrocinio gratuito para solicitar una cuota de alimentos, pero no toman en cuenta que su sueldo en un 80% es absorbido por una inmobiliaria o un propietario. Son nuestros jóvenes, quienes a temprana edad ya se embargan en alquileres viendo un futuro de desesperanza en Argentina. Son lastimosamente nuestros abuelos, abuelas de la tercera edad, como nuestra compañera Luisa, y voy a nombrar a compañeros de lucha, como nuestra compañera Luisa, quienes levantaron este país en base a trabajo y hoy comparten habitaciones de hoteles o pensiones porque no pueden acceder a un alquiler con una jubilación lastimosa y vergonzosa. A los pensionados y nuevamente vuelvo a nombrar un compañero de lucha: Aldo que partió sin recibir una ayuda del municipio de La Matanza para pagar el alquiler, siendo un discapacitado y esperando un trasplante de riñón. Contestaron que podían ofrecerle una bolsa de alimentos, esa es la ayuda para que nuestro compañero pueda pagar un alquiler, es vergonzoso.

Es María Eugenia, que el cansancio físico y mental la llevó a la depresión por no poder dar solución habitacional a su familia; es Evangelina que fue golpeada por los dueños del departamento, una docente que se atrasó dos meses en el pago del alquiler y a quien voy a nombrar…

Y a quien voy a nombrar esa madre que hoy le está peleando desde una cama y es inquilina de toda la vida que la vi luchar, la vi luchar toda la vida desde chica porque rondábamos de un lado para el otro para poder pagar un alquiler y era una trabajadora y el estado jamás abrió las puertas, ni siquiera los municipios abrieron la puerta para contemplar, que una trabajadora estaba pidiendo ayuda. Eso le pasa a las millones de familias que hoy reclaman que el techo es un derecho humano y no un negocio.

Queda claro dónde está la violencia hacia los inquilinos. Si no voy a pedirle que los legisladores se tomen en tiempo para recibir a las familias y escuchen su situación personal, somos millones de familias que el Estado invisibilizó por años en una canasta básica y sigue escondiendo bajo la alfombra a esta población sin incluirnos en una canasta básica total. Entendemos que la vara de la pobreza y la indigencia se le dispara y que sale a la luz una nueva generación de esclavos, porque los inquilinos somos esclavos. Esa es la sensación que tenemos, entregamos todos nuestros sueldos sin derecho a poder decidir qué hacer con ellos y vamos a trabajar todos los días. Somos los trabajadores que reclamamos y pedimos que las inversiones del Estado las hagan en viviendas para trabajadores y no entreguen nuestro dinero a negocios privados inmobiliarios, que no nos quieran mentir con planes Procrear mentirosos desde donde los inquilinos no podemos acceder jamás. Queremos pagar nuestro techo propio señores, porque es nuestro derecho y pedimos a las centrales obreras que hagan carne nuestro reclamo, porque para pagar, hay que trabajar y nosotros somos trabajadores. Somos el pueblo, somos los trabajadores inquilinos y no nos van a dejar otra opción que la cesación de pago de alquileres. No olviden los legisladores que como trabajadores en defensa de nuestros salarios y el hábitat digno vamos a ejercer nuestro derecho al paro así tal cual lo ejercieron en 1907 las trabajadoras y los trabajadores que pagaban su renta para vivir. Sin más.